Entregada al delirio
de esta agonía,
contengo el grito
en medio de la vergüenza...
Broto tu armadura
esa que cubre un cuerpo deteriorado.
Me quiebro...
Digiero mis errores intactos
mientras las sombras me dejan sin tobillos.
He aquí un rostro culpable
despojado de laberintos incógnitos,
¿cuantos días siguientes me esperan?
Atrás,
dormida...
Sostengo la imagen constreñida
de aquellos ojos ajenos al arrepentimiento,
su vida me dejo golpeada
sin salidas,
no hubo oportunidad de huir.
Ahora...
Afronto sus lágrimas endurecidas
escondidas en sus venas,
rojo,
negro...
Despiertame luego,
cuando tu silencio me aturda.
ROELBANI.